N° de palabras empleadas: 450
Y POR ESO, HOY, ME DEJE DE CALLAR
Me he callado hasta sus suspiros, hasta sus delirios, hasta sus respiros, hasta sus deseos, hasta sus más bajos instintos. Hasta su nombre. Me duermo y, al menos, ahí puedo no callar. Duermo para no pensarlo más, para decirle a mi razón que no lo volverá a ver, para mentirme, a mi misma, que ya no siento más, para entregarme a mi corazón y dejarlo soñar que algún día podrá hablar. Inevitable es no delatarme al mirarme al espejo, al escuchar una canción de amor, al ver la lluvia caer, al cruzarme con sus ojos, al tropezarme con su boca, al sentir sus cabellos negros suplicándome que no me tenga que ir. No puedo más, mi garganta va a explotar, mi corazón se va a resecar, mis ojos se van a inundar, mis lágrimas me van a quemar, mi inocencia, yo no sé, si lo vaya a esperar.
Me he callado para olvidarme que estoy loca, para creer que no me quede atrapada, en el tiempo, hace seis años atrás, para sentirme vacía y no sentir esto, para regalarle mi alma a algún transeúnte que sea capaz de demostrar sus sentimientos; un ser violento que tenga valor y furia para aceptar que está enamorado, ilusionado, embobado, idiotizado como yo. Me confundí de colores, pero el color de la obsesión se enfatizó; me olvidé de mis mil y un amores, y ni siquiera se cómo pasó; me grité que no cometiera esa aberración, pero ya era demasiado tarde: me adormecía la pasión. Año a año, verano tras verano, segundo tras segundo, él se apoderó del agua en mi mirar, mi voz temblorosa, mi risa nerviosa, mis mejillas sonrojadas; año a año, verano tras verano, segundo tas segundo, mi ojos se dejaron atrapar, mi voz se empezó a acostumbrar, mi risa se dejo llevar y mis mejillas me comenzaron a delatar.
Me he callado la historia que medio su experiencia; la noche, sus mejores oscurecidas; la luna, que me regalo sus mejores formas; la distancia, sus caminos más deseados, la casualidad, el verlo una vez más y sentir esa magia que me envuelva por simple curiosidad. En el sexto año de mi delirio, me he callado hasta el último suspiro, por eso respiro profundamente, junto mis dientes, congelo mis pensamientos, aterrizo mi cuerpo y elevo mi nostalgia para desnudarme la mente y decirte: él es insoluble, adictivo, distante, y, al mismo tiempo, deliciosamente “malo”, infaltablemente buen amante, irresistiblemente solícito y galante. Un delincuente buscado, un indocumentado apasionado, un prófugo de la ley del amor, un pirañita del malecón de mi mejor poción, un vagabundo de las miserias de mi amor. Ese eres tú. Mi perverso favorito sin compasión. Todo eso me he callado desde hoy.
10/30/2009
Dean
